La juventud exige un nuevo pacto con las ONG: Esade alerta sobre la necesidad de profesionalización y participación real
- Way To Sustainable Impact

- 13 nov
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Un reciente estudio elaborado por el Instituto de Innovación Social de Esade en colaboración con la Fundación PwC ha puesto cifras y argumentos sobre una realidad que muchas organizaciones sociales intuían desde hace años: los jóvenes quieren cambiar el mundo, pero no encuentran en las ONG actuales el espacio para hacerlo.

El informe, Jóvenes y ONG: los retos de la colaboración, analiza la relación entre la juventud y el sector social, y revela una brecha significativa entre el interés declarado por las causas sociales y la implicación real en las organizaciones.
Tres de cada cuatro jóvenes afirman querer participar en iniciativas solidarias, pero solo el 41% colabora activamente con una ONG mediante donaciones, voluntariado o proyectos de impacto.
¿La razón? Falta de confianza, poca información, y unas estructuras organizativas que siguen sin adaptarse a su manera de participar.
El reto de ganarse la confianza juvenil
La confianza emerge como un elemento clave. De media, la juventud otorga una puntuación de 5,4 sobre 10 a las ONG. Sin embargo, cuando existe contacto directo —a través de voluntariado o participación en actividades— la valoración se eleva hasta el 6,6. El mensaje es claro: las organizaciones que abren sus puertas a la juventud ganan legitimidad y conexión social.
Además, la demanda de transparencia es contundente. El 78% de los jóvenes exige que las ONG expliquen con claridad a qué se destinan los fondos, y más de la mitad reclama resultados medibles. Transparencia, profesionalidad y métricas: un lenguaje que el sector no puede seguir ignorando.
Expectativas nuevas para un contexto nuevo
El estudio también evidencia que la juventud vive marcada por preocupaciones muy distintas a las de generaciones anteriores. La salud mental, el acceso a la vivienda y la precariedad laboral son actualmente sus tres principales inquietudes. Y esperan que las ONG, aunque no trabajen directamente en estos ámbitos, entiendan su contexto vital y adapten su comunicación y sus propuestas de participación.
Por otra parte, los jóvenes buscan coherencia: más del 55% considera que su empleo o sus estudios deben estar alineados con sus valores. Esto abre una oportunidad para las ONG que sepan integrar al talento joven en sus equipos con proyectos profesionales sólidos, bien gestionados y con posibilidades reales de crecimiento.
La falta de jóvenes en la gobernanza
El informe muestra una realidad preocupante: aunque el 95% de las ONG trabaja en temas relacionados con juventud, solo el 46% lo hace como eje prioritario. Y lo más llamativo: el 73% reconoce una baja presencia de jóvenes en sus equipos directivos, y el 76% en sus órganos de gobierno.
Es decir: la juventud es destinataria, beneficiaria, voluntaria… pero casi nunca cogobernante. Sin su voz, difícilmente las organizaciones podrán adaptarse a las nuevas formas de movilización, comunicación y participación que hoy marcan la agenda social.
Profesionalizarse o perder relevancia
El estudio subraya algo que el sector lleva tiempo debatiendo: las ONG necesitan un salto de profesionalización. Eso incluye adoptar mejores sistemas de evaluación, digitalizar procesos, mejorar la gestión del talento, abrir nuevas fórmulas de participación y trabajar con metodologías de impacto.
Pero también —y quizás sobre todo— significa repensar cómo atraer y retener a las nuevas generaciones. Para Esade, la clave es dejar de ver a los jóvenes solo como “voluntarios puntuales” y empezar a integrarlos como parte esencial del diseño de estrategias, campañas y proyectos.
Un voluntariado flexible, espacios de cocreación, roles de liderazgo joven y una comunicación que hable su lenguaje son pilares imprescindibles para que las ONG sigan siendo relevantes en la próxima década.
Un cambio estructural y cultural
El informe concluye con una invitación —y una advertencia— al tercer sector: si las organizaciones sociales quieren seguir siendo agentes de transformación, deben abrirse a la profesionalización y a la participación juvenil real. No se trata solo de captar voluntarios, sino de integrar talento joven en la toma de decisiones, reconocer sus competencias digitales y escuchar sus preocupaciones.
La ciudadanía más joven está dispuesta a implicarse, pero exige rigor, coherencia y transparencia. Las ONG que sepan leer este momento no solo atraerán a más jóvenes: renovarán su legitimidad y reforzarán su impacto social.
El futuro del tercer sector pasa, en buena medida, por ellos.



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