¿Y si la sostenibilidad empieza dentro de la empresa? El modelo E-ESG pone a los empleados en el centro

En los últimos años, el concepto de sostenibilidad se ha convertido en una bandera para muchas empresas que buscan alinearse con las demandas sociales, ambientales y éticas del siglo XXI. Bajo el paraguas ESG —Environmental, Social and Governance— han proliferado informes, estrategias y rankings que evalúan cómo de “responsables” son las compañías. Pero hay algo que, hasta ahora, muchas habían pasado por alto: la sostenibilidad también se construye desde dentro, desde las personas que hacen posible el día a día de la organización.

Esa es la idea que impulsa el modelo E-ESG, una propuesta nacida de la colaboración entre la Cátedra LiderazgoS y Sostenibilidad de Esade y empresas como Alsea, Bonpreu y Randstad. ¿Su propósito? Reforzar la "E" de employees en las estrategias de sostenibilidad corporativa. Una evolución necesaria en tiempos donde el bienestar, la equidad y el sentido de pertenencia en el entorno laboral ya no son lujos, sino condiciones mínimas para una empresa coherente con su propósito.

Más allá de la RSC tradicional

Durante décadas, la responsabilidad social empresarial trató de dar respuesta a demandas externas: reducir emisiones, apoyar causas sociales, promover la transparencia. Sin embargo, muchas organizaciones descuidaban la dimensión más inmediata de su impacto: la vida laboral de sus empleados. El modelo E-ESG parte precisamente de esta carencia para proponer una corrección estructural: incorporar de forma explícita la sostenibilidad del talento humano como pilar básico de toda estrategia ESG.

Esto no significa sustituir las métricas clásicas, sino enriquecerlas: integrar indicadores que evalúen el desarrollo profesional, la salud mental, la conciliación, la inclusión o la participación activa de las personas trabajadoras en la cultura empresarial.

La E que faltaba

El modelo E-ESG no es solo una reivindicación ética. También es una estrategia inteligente. En un mercado laboral cada vez más competitivo, con generaciones que priorizan el equilibrio vital y el propósito, las empresas que saben cuidar a su gente tienen una ventaja estructural. Mejor clima laboral, mayor retención del talento, más innovación… y una reputación coherente con los valores que dicen defender.

Además, apostar por la sostenibilidad interna no es un simple gesto simbólico. Requiere compromiso, políticas activas y un cambio de mentalidad. Por eso, el modelo E-ESG se ha desarrollado como una herramienta práctica: un conjunto de buenas prácticas, indicadores y marcos de evaluación para facilitar su implementación real en las empresas.

Un modelo en construcción (y en comunidad)

Para garantizar que esta propuesta no se quede en el papel, se ha creado una comunidad de práctica en torno al modelo, abierta a empresas, profesionales y centros de investigación. Este espacio busca fomentar el intercambio de experiencias, aprender colectivamente y desarrollar soluciones que permitan adaptar el enfoque a distintos sectores, tamaños y realidades organizacionales.

Uno de los primeros frutos del proyecto ha sido el informe publicado en febrero de 2025, que ofrece una aproximación inicial al modelo y explora los retos y oportunidades de integrar la sostenibilidad de las personas trabajadoras en la gestión empresarial.

Cambiar el centro de gravedad

El modelo E-ESG plantea, en el fondo, un cambio en el centro de gravedad de las empresas. No se trata solo de cumplir con normativas ni de mejorar indicadores de sostenibilidad para inversores. Se trata de comprender que una organización no es sostenible si no lo son sus vínculos humanos, sus dinámicas internas y sus condiciones laborales.

Quizás esta sea la evolución natural de la sostenibilidad corporativa: pasar de la fachada a los cimientos, de las métricas a las personas, del discurso al cuidado real. Porque solo cuando una empresa es buena con su gente puede aspirar a ser buena con el planeta, con la sociedad y consigo misma.